Taxi Libre

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El fin de semana pasado estuve sirviendo de taxista, ya que un señor que se dedica a eso tuvo que salir de viaje y pues como él tiene unos servicios (asi le llama) fijos de unas personas, me pidio que yo diera esos servicios para no perder a los clientes, la lana de los viajes iba a ser para mi. De verdad que te encuentras con cada historia cuando andas como taxista y es que solo eran "llevadas" a las mismas personas.

Gil y La Abuelita

El sábado por la mañana me dirigí muy de madrugada a eso de las 7:50 a.m en busca de los primeros clientes, luego de breve discusión que tuve con alguien por haberme dado mal la dirección, logré llegar a la casa de la persona a la que le iba a dar el servicio. En la puerta ya estaba sentada en la acera (banqueta,escarpa o como le llamen) una viejita a la que llamaré La Abuelita. La Abuelita apenas y podía caminar y cuando lo hacía , lo hacía con ayuda de un burrito (¿Andadera o Andandera?) la acompañaba su nieto, un señor no tan grande de edad, Gil. Tampoco Gil podía caminar bien, arrastraba una pierna al caminar.
No hubo demasiado problema al llegar, ya que ellos sabían que su taxista habitual estaba de viaje e iba a mandar a alguien a suplirlo, osea yo.


Metí al carro las cosas que ya estaban afuera de su casa, una silla de madera, una sombrilla grande de esas de playa, un sabucan (espero que conozcan el sabucan), ayudé a subir a la abuelita, plegué el burrito y lo acomodé también. Su destino era un parque cercano en el que había un bazar, ahi me pidieron que los dejara y que despues los regresara a buscar, en fin, para no hacer tan larga la historia. Es triste ver como Gil es la única persona que se ocupa de La Abuelita, Gil era comediante regional, según me conto tuvo sus épocas de gloria con las que pudo comprarse tres casas y terrenos, de los cuales ya unicamente le queda una casa, se cayó al salir despues de dar un show y para su mala fortuna cayó en la orilla del camellón central de una avenida, fracturandole la cadera. Ahora vende cremitas y arroz con leche en bazares, en el centro, y a la puerta de una iglesia, eso si, siempre acompañado de su abuelita a la que no deja sola, la silla de madera es para La Abuelita, quien mientras espera pide caridad cerca de él, así entre los dos sacan el sustento día con día. No conforme con esa mala fortuna del accidente de Gil, ahora resulta que su hermano le quiere quitar la casa a su Abuelita, por lo que ya esta viendo cosas de demanda y todo eso. Sin embargo la maldad de la gente no termina ahí, en una ocasión me pidió que lo llevará a una empresa de esas que vende muebles y artículos electrodomésticos por abonos, no se que estarán pagando Gil y La Abuelita, pero resulta que el cobratario en una ocasión se aprovecho de la edad de La Abuelita y cuando ella le hizo un pago el cobratario no le dio la letra correspondiente ni algún recibo ni nada. En tres ocasiones anteriores Gil me contó que el cobratario en lugar de entregarles la letra correspondiente a su pago, les dio unicamente un recibo, recibo que la empresa no quiere reconocer. La verdad que mala leche para ellos, era dificil cobrarles , y unicamente me limitaba a decirles : "lo que siempre le pagan al otro taxista", porque no quería afectarlo tampoco a él, aunque sobra decir que era poco lo que se le cobraba.


La Rezadora

La rezadora mejor conocida como "doña toyita" vivía a unas casas de la de Gil y fue por recomendación de él que le di el servicio a doña toyita y su esposo. Su equipaje era un teclado, un pequeño bafle y la base del teclado. Aquí únicamente puedo decir que la llevé a varios lados porque con eso de que era 11 y 12 de Diciembre tenia mucho trabajo. En una ocasión cuando la fui a buscar me regalo un platito con tamales que le habían dado en el rezo.
Ella era la que cantaba en los rezos y su esposo era el que tocaba... por cierto, su esposo era ciego.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

me conmovio la historia de la abuelita, sin embargo m doy cueta,q a veces nuestros problemas son tan pequeñitos en comparacion de otros. en fin asi es la vida.